Frankenstein

Frankenstein


Frankenstein or the modern prometheus
Fnando Bar'ez (2021)


Título original: Frankenstein or the Modern Prometheus

Escrito por: Mary Shelley

Traducción de: Alberto Vidaurri

Ilustrado por: Acamonchi

Sinopsis:

Una reunión en Suiza entre amigos que realizan una apuesta, alentados por el poeta Lord Byron: escribir el mejor cuento de terror del que cada uno sea capaz. Ese fue el detonante para la creación de una de las más celebradas historias de ciencia ficción: Frankenstein o el moderno Prometeo. Su éxito reside, quizás, en que sus personajes son arquetipos de los aspectos más angustiantes e intrínsecos de la condición humana. Ahí está esa innombrable criatura, arrojada a un mundo ininteligible y ajeno, cuya conflictiva relación con su creador es su condena. Ahí está también el doctor Frankenstein y su culposa potencia creativa. En pocas palabras: Frankenstein y su creación como el haz y el envés de la experiencia humana.


Opinión:

La visión que tenía sobre Frankenstein estaba ligada completamente a la cinematografía, así que esperaba leer algo relacionado con un doctor loco que juega a crear vida con electricidad, un secuaz jorobado trayéndole los artefactos y una criatura deforme con apariencia similar al mayordomo Largo de La Familia Addams.

Para mi sorpresa, la novela está muy alejada de todos esos tópicos que se han ido creando a lo largo de los años... Sin embargo, no puedo negar mi asombro ante todas las interpretaciones que esta novela ha inspirado y que sea precisamente “el monstruo” quien aparezca en el imaginario colectivo como “Frankenstein” y no su creador, Victor Frankenstein, quien es el foco central de la historia de Mary Shelley.

Después de haber leído la novela, creo entender por qué “el monstruo” al cual su creador Victor Frankenstein ni siquiera le otorga un nombre, ha inspirado muchas obras a lo largo de los años. Y es que los seres humanos siempre hemos enfrentado la experiencia de la vida asumiéndonos primeramente como creaciones, y luego, cuando estamos más grandes, como creadores…, que seguimos siendo la creación de alguien más. Y es precisamente la etapa como “creaciones” la que nos marca y nos convierte en las personas que somos en el presente. Y es debido a esto, que el personaje de “el monstruo” cobra un tinte fascinante, humano, y podemos entender a la perfección qué hace al monstruo ser un monstruo.  

La novela se narra por medio de cartas escritas por el explorador Robert Walton, dirigidas a su hermana Margaret Saville. En estas cartas, relata los inicios de su travesía y su posterior encuentro con un hombre al borde de la muerte, Victor Frankenstein, quien le cuenta su historia, la cual no duda en registrar en las cartas que envía a su hermana.

Victor Frankenstein, al inicio de su relato, es un joven que siente fascinación por la alquimia. Más tarde, es enviado a la universidad, donde descubre su pasión por la ciencia moderna. Seducido por sus conocimientos, y con sus inquietudes sobre “el origen de la vida” despertadas en su juventud por los alquimistas, se dispone a crear vida, lo cual detona en la creación de un monstruo. Al instante, Victor Frankenstein rechaza su creación, lanzándolo a la calle, y es entonces cuando empieza el suplicio tanto del creador como de su creación.

La novela es fascinante, colmada de simbología y embellecida con un lenguaje elegante y dramático. A lo largo de sus páginas, la autora nos ofrece diversas reflexiones sobre la vida, su creación, y las consecuencias que derivan del ambiente donde la vida se desarrolla. Ahonda en la naturaleza de la humanidad, planteándonos el hecho de que la vida es pura y la sociedad es quien la corrompe.

Es una novela que refleja la sociedad con verdad, la critica y la elogia. Es una novela que plantea al hombre como creador, capaz de razonar y al mismo tiempo incapaz de entender lo que crea. La novela de Mary Shelley es una experiencia que debe experimentarse en primera persona. Atrapa de principio a fin y sumerge al lector en su mundo colmado de claroscuros.

Indiscutiblemente, es una novela para analizar. De principio a fin, se percibe como una metáfora de la vida, de todo aquello que se comprende, de todo aquello que se intenta comprender y de todo aquello que todavía no se alcanza a comprender.

Las ilustraciones de mi edición pertenecen al artista visual Acamonchi, y tengo que decir que son preciosas, abrumadoras y portadoras de una belleza oscura y fragmentada.

Frankenstein es una novela increíble, con 280 páginas, se lee muy rápido, y cada página que la conforma deposita en la mente del lector incontables preguntas que precisan ser respondidas. 

 


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